del poder y la posibilidad

Cabe preguntarse, y a propósito del poder, que quiere decir que no podamos. Como esa respuesta sincera que viene de las bocas de muchos o muchas ante un emplazamiento directo a luchar. No es necesario entrar en detalles sobre la lucha misma, sino más bien destacar la cuestión de una respuesta fuerte y también sincera a semejante imposibilidad, siendo esta respuesta la manera misma de plantear una posible lucha. La imposibilidad de lucha es por consecuencia un producto de la posibilidad de otro de imposibilitarnos. Simple. En la poesía aparecen los temores y una respuesta como la anterior nos estremece por lo potente del argumento, por lo incrustado que se encuentra en las almas – en el sentido más extremo de esta palabra – la imposibilidad. Asombra que sea un argumento en sí el decir simplemente que no se puede.

La imposibilidad es lo no posible, el “no poder”. De nuevo, por consecuencia un producto del “si poder”, o sea el poder desde abajo. En resumidas cuentas, un ser que si puede y que anula la capacidad del otro de poder, perpetuando su propia capacidad de dominio, traspasando en este otro su posibilidad, “su poder”, convirtiendo a este ser imposibilitado en un mecanismo de transmisión. Todo un caso. Si cuando nuestra tía no quiere es porque alguien la convenció que no podía. Por eso la potencia de una respuesta de imposibilidad, porque en verdad es tan solo la palabra de otro que sí puede que habla por las bocas que dicen no poder. Se está así dentro del poder. Todo un círculo. Transmitir y transmitir. ¿Cómo enfrentamos o respondemos a esa capacidad de generar incapacidad? La duda parece ya por lo menos un esbozo de la respuesta, lo siguiente seria planificar todo un asalto al fuerte defendido por la lógica de los discursos. No olvidar que estos son quienes nos construyen. Como enviar tus poemas a un concurso de poesía. Todo un ejemplo de dominación discursiva. Y si queremos asaltar la lógica debería partirse tal ves de lo ilógico. Dicho de otra forma, de donde no se requiera poner en aprieto al otro en su falta de lo que sea para solventar nuestra propia capacidad. Seguramente no faltará quien profese lo peligroso del asunto, nos enfrentamos a la más grande de todas las dudas. Hecha para eso. Una respuesta seria implica una voluntad, porque las balas no son sólo de plomo y para que vamos ha andar con rodeos. Si estamos dentro del poder, lo soportamos. Nos convertimos automáticamente en una gran columna que soporta el peso enorme de un discurso sobre otro y sobre otro. La vida debería ser más que solo aguantar. Una clave podría ser el pensar sin poder, a diferencia de la imposibilidad. Es que pareciera que entre “no poder” y “sin poder” existe un universo de diferencias o pretensiones. Gran detalle. Por lo menos “sin poder” ni siquiera pueden hacernos sentir imposibilidad. No estamos donde quieren que estemos. No importa, por estar el “sin poder” fuera del círculo. De ahí a construir una respuesta, un mundo de voluntad y defensa.

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